Empieza la Novena de Navidad, una de las costumbres más entrañables y arraigadas en las familias de Colombia, así como de Venezuela y del Ecuador. Se inicia nueve días antes de la Nochebuena es decir del 16 al 24 de diciembre. Equivale a las Posadas que se llevan a cabo en México y Centroamérica, igual para festejar el nacimiento del Niño Dios.
Cuenta la historia que fue el monje franciscano Fray Fernando de Jesús Larrea el autor del primer texto que difundió entre los católicos en Santa Fé de Bogotá, la capital del Nuevo Reino de Granada, tras su llegada de Quito, Ecuador.
Un siglo después una monja bogotana llamada María Ignacia retoma la tradición, reescribe algunos de los textos, con algunas oraciones enredadas que conocimos antaño, hoy ya adaptadas, y los difunde en la comunidad católica. El texto tiene tal impacto que los piadosos no dejan de asistir a las iglesias para participar de rezos y cantos, y con la emoción entregaban más dinero en limosnas.
El encuentro causaba todo tipo de malestares en la comunidad eclesiástica de la época, por la poca religiosidad expresada por los feligreses, debido a que todo era novedad.
Según cuenta el sacerdote jesuita Eduardo Cárdenas, en su libro «Pueblo y religión, en Colombia» (1780-1820), las novenas se celebraban con rosarios cantados por las plazas de los pueblos. Incluso, “se incluyeron coplas populares en los villancicos, con alusiones picantes a los vecinos”, que no eran bien vistas por los poderes eclesiásticos. Esto se transforma y posiblemente de allí viene que se agrega a la lectura, música, panderetas, maracas y los cánticos de los villancicos para hacer un festejo por el próximo nacimiento de Jesús.
Los nueve días de la Novena de Navidad hacen referencia a los nueve meses de gestación de la Virgen María (de allí su nombre), por lo que además de la festividad, la participación de la familia y la algarabía que le agregan los niños con sus cánticos, es un motivo más de alegría para quienes hacemos consulta de pediatría y recibimos y acompañamos con nuestras recomendaciones a las mamás y sus hijos reconociendo en ellos la unión más perfecta, en la que cada día afortunadamente participa más el papá.
En Navidad usualmente ponemos mucha atención a la fiesta, a la cena, a la celebración, a las compras, a los regalos y sin ser esto necesariamente algo inaceptable, desde luego si el mal uso del licor y de la pólvora, no dimensionamos lo que representa el Niño Dios.
Ese niño que está en la cuna nos hace una invitación urgente a la verdadera paz y a la reconciliación, en la que todos nos valoremos en las diferencias y las aceptemos, rechazando los violentos y la acciones que atentan sobre la familia y la comunidad, en las cuales los primeros y más seriamente afectados SIEMPRE son y serán los NIÑOS.